Más una vez – repitiendo, la mujer se halla sometida a una serie de condicionantes que la circunscriben a ser o no, comportase o no, verse de una manera o no y siempre relacionándola a un “patrón”. Nuestra forma de vestir, comportamiento, físico tienen que llenar las expectativas de un otro siempre y podemos ver traducido como femineidad, simpatía, discreción, “buena apariencia” y eso es lo que se espera de nosotras.

Las expectativas producen una serie de secuelas, pues por esas exigencias las mujeres acaban estando encadenadas a experimentar constantemente la distancia entre el cuerpo real y el cuerpo ideal que procuran siempre acercarse.  Cuando lo expongo de esa manera es con la intención de abrazar todas las mujeres, pero cuando me refiero a una mujer gorda las cosas van más allá.

El cuerpo gordo por sí es un cuerpo desviante y la gordofobia es una manera como esta  discriminación se manifiesta, esta -la gordofobia- se encuentra inserida en los más variados contextos socioculturales que deprecia, denigra y mortifica a personas que se encuentran con sobrepeso. Las actitudes gordofóbicas se hallan no sólo como un tipo de discriminación, sino también se conciben como valores cotidianos de las personas, ya que se entiende que un cuerpo ideal es el delgado – por ende siempre saludable, activo, proporcional.

De hecho la gordofobia está naturalizada en nuestra sociedad y es por eso que no se percibe como un tipo de discriminación dañina y dentro del feminismo podemos ver las limitaciones, pues  aún no se logra enfrentar este problema de manera adecuada.  Al no entender este tipo de discriminación como nociva y asimismo tampoco interpretado como habitual, genera que muchas feministas gordas no se sientan contempladas dentro del propio movimiento y además de verse obligadas a soportar situaciones difíciles en el día a día , también tienen que soportarlo dentro de la propia militancia.

Mujeres gordas somos ignoradas y excluidas, nuestras pautas son encajadas como “presiones estéticas”, pero las consecuencias de la gordofobia van más allá de sentirse incomoda con el propio cuerpo, va desde ir al cine y no entrar en la silla, agarrar un bus y no pasar por la catraca, entrar en la sala de aula y generar todo un momento incómodo para pasar entre las sillas, o ir a comprar ropas y que te digan que no tienen tu tamaño, aparte no tener visibilidad en los medios, no ser valoradas por los demás, todavía ser entendida como haraganas, enfermas y sus etc.

El feminismo debería ser un espacio donde nuestras demandas pudiesen ser escuchadas, pero la verdad es que todavía no ha conseguido generar discusiones adecuadas sobre este tema, la mayoría de las feministas no consiguen ver el privilegio delgado, también confunden la gordofobia con determinadas presiones estéticas (como tener celulitis, pechos grandes, caderas generosas, pequeñas gorduritas, etc.) que aún siendo delgadas las mujeres sufren, tienden a explorar laargas charlas sobre una supuesta gordofobia para referirse a las experiencias de personas delgadas, es muy frustrante ser silenciada por estas compañeras que no consiguen tener sensibilidad para comprender y peor aún intentan compararse con nosotras alegando que también cargan con el peso de la gordofobia y que estamos deslegitimando su vivencia, situación que más una vez silencia a quien debería tener el protagonismo.

Con todo lo que dije, no piensen que mi intención es atacar al feminismo, más bien es apuntar y problematizar determinados comportamientos y pensamientos aún poco comprendidos. El feminismo es la manera de empoderar a las mujeres para que puedan libertarse de las amarras del patriarcado.

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